lunes, 17 de septiembre de 2012

RODOLFO VALENTINO Y EL MITO MASCULINO EN EL CINE




Comienzo por fijarme en Rodolfo Valentino, porque creo que es la pieza clave en la mitología del cine, digamos que fue el primer mito del cine. Muchas cirucunstancias ayudaron, como su repentina muerte, por ser el primer producto elaborado realmente bien por el Hollywood de la época, etc…
Desde siempre, la mitificación de los personajes del celuloide tiene algo de sobrevaloración, con lo que siempre va asociada al fracaso, a una vida truncada o a alguna desgracia personal. Y es cierto que adquieren más fama post mortem que en su propia vida.
El caso de Valentino, es un claro ejemplo, pues poco pudo disfrutar de su fama en vida. Murió en 1926 a la edad de 31 años. Su muerte causó una gran conmoción. Lo típico de muchos casos donde decimos “Lo tenía todo para triunfar”. sin embargo, no tenía buena salud… y una simple peritonitis se lo llevó después de una operación que no sirvió para gran cosa.
Ahora os voy a pedir un ejercicio de abstracción, es decir, que salgáis de vuestros esquemas actuales y que imaginéis, con si de niños se tratase, que estáis enamorados. Imaginad que es vuestro primer amor de juventud y se muere de un día para otro. Parece una tontería el ejemplo, pero realmente se vivió así la muerte de Rodolfo Valentino (Rodolfo Pietro Filiberto Raffaelo Guglielmi di Valentina). Porque en realidad fue el primer mito romántico que ha dado el séptimo arte. La gente aun comenzaba a relacionarse con el cine. Los alocados años 20, fueron un cambio en la liberación de la mujer, en su forma de pensar que la llevó a los movimientos feministas y sufragistas de los años 30. En este sentido, fue el primer amor que les vendió la industria, por así decirlo. 
Muestra de ello son las numerosas muestras de admiradoras, que con motivo del sepelio, hicieron múltiples signos de recuerdo. Uno de los más recordados es el de Paola Negri, la que era considerada uno de sus amoríos más serios. Envió la friolera de unas cuatro mil rosas rojas, y pensó que se quedaba corta.
En gran parte, el mecanismo del mito funciona con el erotismo, con el acceso a las partes donde el ser humano muestra su deseo, incluso a veces incontrolado, de ser, de parecerse a… Vivir una vida de ensueño, placentera, que en muchas ocasiones no es más que puro humo, encerrado en mentiras maquilladas.
Seguiremos nuestro camino con Chaplin, que muestra a la perfección el postulado que hago. Cuando nació, Chaplin era pobre de necesidad. Luego vivió el Sueño americano y llegó hasta la cumbre, pero vivió la amarga caza de brujas, donde lo tintaron de rojo, lo expulsaron de Estados Unidos. Se intentó defenestrarlo y manchar su imagen.
Casi, casi, la persona que llega a ser mito, empieza a protegerse y a crear una cortina de humo frente a su imagen o persona verdadera, para no verse afectado de puertas para dentro ni manchar su imagen de puerta para fuera.
En muchas ocasiones, sobre todo en los mitos maculinos, funciona al revés, me refiero a que engordan su figura o se les da la fama de mujeriegos, de canallas empedernidos. A Chaplin esto no le fue tan bien, porque tenía fama de que le gustaban las mujeres jovencitas, muy jovencitas.

Otra cara que resaltaría de como se hacía ídolos en Hollywood, es a partir del personaje. No habrá hecho pelis buenas Humphrey Bogart en su vida, pero... para el gran público será siempre el que sale en casablanca. Más que un mito personal, se forma un icono que prevalece en el tiempo y en la mente de las personas.
Es verdad que Humphrey ganó la lotería con el personaje, y aunque piense que Bogart no es de lo mejor de la época, Hoy conocemos a un Rick, como él nos lo presentó. No me imagino a otro con esa vena ácida como Bogart, con más razón si tenemos en cuenta que el guión cambiaba cada día en un ambiente caótico como fue aquella grabación.
Hay mitos también propiamente, sensuales por su atractivo, virilidad o sofisticación que han seducido al público femenino. No tienen porque ser especialmente guapos, ni estar especialmente cachas, eso sí, a su modo tienen que parecer muy viriles. Los hay desde los Marlon Brando, Gregory Peck, Rock Hudson, Warren beauty, etc...

El caso algunas veces es controvertido, porque más allá de la virilidad en pantalla, fuera de ella, con el tiempo, se ha descubierto en muchos de estos casos, que había una homosexualidad encubierta. Para la época, casi era tabú pretender ser galán de Hollywood y homosexual.
También se forman mitos, por una muerte repentina e inesperada. El caso más mítico, aunque suene a rebundancia es el del malogrado James Dean, trágicamente muerto en un accidente de coche.
Lo cierto es que James Dean, para mí, tenía madera para llegar a ser un gran actor, en cambio sólo hizo cuatro películas representando casi siempre el mimo papel. Por esto mismo que os explico, es fácil llegar a la conclusión del mito, es decir, que la industria explotó a Dean como imagen de eterno joven incomprendido, un joven rebelde que tiene como máxima "vivir rápido, morir joven y dejar un cadaver bien parecido". 
Dean, visto con perspectiva es un mito, más que un actor o una persona. Es como si naciese para ello y las circustancias confluyeran en un funesto destino.
Casi lo mismo es lo que creo yo que sucede con Marilyn Monroe, pero esta es otra historia que contaré en post venideros, cuando hable de los mitos femeninos...


sábado, 8 de septiembre de 2012

GÉRARD DEPARDIEU


Hoy en día quizás el la figura más icónica del cine Francés. Es el rostro más visible y acapara un poder mediático que no tiene mesura frente a sus colegas de profesión en el país galo.
La carrera del astro francés está cargada de muchos nombres acreditados en el mundo del séptimo arte. Directores difíciles, escenas y personajes complicados. Sin embargo, el gran público, siempre ha tendido a encasillarlo en un rol. Parece que a lo largo de su carrera, ha tenido que ir cambiando de registros, como la mayoría de actores, sin embargo, creo que con Depardieu, hay algo insólito, algo que creo que es único.
Creo que en cada época, de manera independiente a sus personajes, Depardieu, supo impregnar a todos ellos con su vitalidad y personalidad desbordante, propia de la vida del actor real.

Gérard Depardieu, no sólo era un intérprete más, pues siempre fue un visceral, pero con una sensibilidad para captar los matices extraordinaria. Al principio de su carrera, cuando destacó con la película “Les Valseuses” (Los rompepelotas), se dio a conocer por su vitalidad, por su descaro, por su físico (Muy distinto al de ahora). En la década de los 70, un nuevo modelo de protagonistas se abrían paso, más descarados, abigarrados que los clásicos galanes de los 50’. Además Depardieu tenía todas las papeletas para ser un pillo divertido.

Todo el mundo hablaba maravillas de él, lo comparaban con el mismo Belmondo, con frases del tipo “El nuevo Belmondo”. Lo cierto es que sí que de alguna manera le colgaban los atributos de Sex-Symbol, porque es cierto que nunca ha tenido el cuerpo marcado, pero siempre ha hecho del torso desnudo un arte, un misterio interesante. Todo unido a esa imagen de malote, que por aquel entonces tenía mucho éxito con las mujeres. (No se ahora, tendrán que responder a eso de mejor forma las chicas). Parecía todo como un producto prefabricado, envuelto y dispuesto para su distribución.
Con esta fama es con la que emergió la figura de Gérard, si se me permite decirlo. El en cierto modo, era en la realidad, un joven bastante extrovertido y descontrolado. El se crió en el campo, con seis hermanos y una educación bastante laxa y libre. Para que no penséis mal ya os digo que su primer arresto lo sufrió a la edad de trece años, por contrabando de bebidas alcohólicas. No era una buena época para Depardieu, que cuando habla de aquel entonces, llegó a declarar, que iba armado, que la violencia era habitual entre pandilleros.

Las violaciones eran actos habituales entre la pandilla, y ya por entonces, Depardieu, tenía un carácter especial, que lo hizo aprender deprisa, porque pasó de ser el miembro más joven de la pandilla a ser uno de los nombres más conocidos por la policía, y el chivo expiatorio cuando pasaba algo.
Por suerte para Depardieu, la vida no le ha deparado una vida en la delincuencia, aunque quizás sería uno de los hombres más eruditos dentro del cine para hablar de delincuencia juvenil. Lo más probable es que le haya servido para los personajes mafiosos y violentos que ha interpretado posteriormente.
 
Depardieu abandonó el pueblo natal de Châteauroux, y vivió eso sí, no de manera muy ortodoxa, viajando por toda Europa, con un trabajo aquí, otro allí, ganándose la vida como pudo. Esto parece un poco fuera de los planes que pueda tener un intérprete, y seguramente en aquella época, Gérard no sabía que se dedicaría al cine. De todas formas, es un itinerario bastante interesante para alguien que quiere vivir de representar, el verse envuelto en múltiples situaciones de las que hay que sacar el ingenuo, y lo que considero más importante, el tener que ganarse el pan de mil maneras distintas.
Sin duda se puede apreciar que en estas experiencias se iba forjando la fuerte personalidad del actor, llena de sacrificios. Otro de los sacrificios a los que se debe enfrentar al comenzar su carrera es la dificultad para leer, y para aprenderse los guiones, ya que al no tener  continuidad en su educación, la lectura era una carga. 

Sabía leer, pero las entonaciones para las intenciones, y este tipo de dificultades eran, según ha dicho el propio actor, un esfuerzo añadido que había que hacer.
Depardieu ya estaba seducido por el cine, y un amigo le había hablado del mundo del teatro.
Comenzó en el teatro, pero el problema que arrastraba, hace indicar que el teatro no sería la plataforma ideal pare este actor, pues hay que tener mucha disciplina y capacidad de trabajo, de concentración, de memorización. El propio actor reconoce que en aquella época no podía quitar el rendimiento debido a la experiencia interpretativa. Dice que la primera vez que se aprendió el papel entero en el teatro, fue en la obra de Albert Camus, “Calígula” y aun así, no entendía mucho de lo que decía. Los que conocéis la obra  imaginad la situación, para el actor, sobre todo ahora cuando la mira ahora con ojos más experimentados. Bueno… los comienzos son siempre difíciles.
En cuanto al cine, sus comienzos no fueron todo lo lustrosos que pensamos, pues su primera incursión es un corto y un largo del mismo director, que quedaron inconclusos.
Era una fantasía por aquel entonces el cine, aunque Depardieu no desistió y siguió haciendo teatro.


Una escritora de nombre Margarite Duras, se interesó por él al verlo en un bolo de teatro donde hacía un personaje varonil y violento. Precisamente la escritora iba buscando un personaje de ese perfil y le hizo una prueba a Depardieu. A todo esto, claro, Duras no sabía a quien se enfrentaba… pues Depardieu, como más tarde advirtió, puede ser muy amenazador, se crió en esa salsa.
La escritora inmediatamente le concedió el papel en una película con Jeanne Moreau. Así, sin comerlo y sin beberlo, estaba actuando en su debut serio en el cine, con lo mejor del cine francés.
Margarite Duras, como no puede ser de otra manera, es una de las más íntimas amigas del actor. En aquel momento fue su principal valedora.

Esta película, “Nathalie Granger”fue un trampolín para él. Enseguida empezó a enlazar películas y dejar más apartado el teatro. En este sentido, para él, el cine era un ritmo mejor, porque aunque supone madrugones o horas intempestivas, viajes, etc… Estaba acostumbrado y era recio. Por otra parte, no tenía que saber todo el texto para un único día. Las escenas se pueden repetir…
Pero a pesar de enlazar trabajos, eran todos cortos y seguía viviendo en el anonimato, incluso coincidió con Belmondo en “El clan de los marselleses”, aunque en aquel momento la estrella era Belmondo, a Depardieu, le faltaban dos telediarios en el anonimato. Poco tiempo después, en 1973, estrenaba “Los rompepelotas”(ya mencionados).
Esta película resulta la piedra de toque para conocer la figura de Depardieu durante esos años. Como he dicho antes, este actor va permeabilizando de su propia persona a sus personajes. Su presencia, cambia en pantalla, porque la llena con energía vital. Por poner el caso de esta película, que retrata a unos golfos callejeros que recorren el país haciendo lo que les viene en gana, a la sociedad francesa, no cae bien. Es políticamente incorrecta, pero para la mayoría de la juventud, es un nuevo modo de ver las cosas, se convierte de alguna manera en Icono, como lo pueda ser “Trainspotting” para los treintañeros de hoy día que la vieron en su estreno.

Con esta repercusión entre los jóvenes y esa mala prensa, que al fin y al cabo es prensa. La película se hizo famosa y de paso, Depardieu también.
Es ahora también cuando le atribuyen las dotes de Sex-Symbol, de guapo canalla.
En cierta manera eso lo guardó siempre, porque, ser no era un bellezón, pero siempre atraía y era interesante. Tenía mucho carisma y poder de atracción. Es la típica persona que se convierte en la alma de la fiesta o la sal de todas las salsas.
Sin duda, Depardieu, es la viva imagen de un canalla aunque no podamos evitar que nos caiga simpático. Si quisiera encasillarse, podría. Pero es aquí donde se ve que en Gérard Depardieu hay más. La infancia violenta, no pudo con él, no fue conformista al llegar a cierta fama y continuó perseverando, trabajándose y eligiendo muy bien sus papeles.

Seguía refinando es faceta de pícaro inocente, dotándola de perversidad y enriqueciendo su interpretación, como es el cado de “Maîtresse”, “Je t´aime, moi non plus” y “Bulle Orgier” Donde se narran relaciones amorosas turbulentas, incluso con algunas formas heterodoxas. (Para aquella época).
La crítica ya comenzaba a hablar de él como el mejor actor de su generación. Y comenzó una carrera internacional fulgurante. A las órdenes de Marco Ferrari y con la compañía de Ornella Mutti, hace “L´ultima donna” (La última mujer). Su interpretación de un hombre marginado, y muy viril al que deja su mujer y que llega a decidir la castración, en unproceso psicologico de autodestrucción.


Este personaje tan difícil le confirió un estatus internacional, que en “Novecento” de Bertolucci, recibió el mismo crédito que De Niro.
Precisamente, Novecento lo catapultó a la fama, con el papel de héroe proletario. Parece que Depardie había llegado a la cima de su carrera, ahora venía lo importante, tratar de mantenerse.
Pero lo más importante es que la fama no lo cambió, siguió alternando trabajos difíciles, como con Resnais o Truffaut, con películas de su amiga Duras, más ligeras.
Con Truffaut, ganó el premio Cesar, que es el equivalente al Oscar en Francia, la película era “El último metro”, y con Alain Resnais, hizo “Mi tio de América” donde cambiaba de registro por completo, haciendo de campesino, católico que tiene que afrontar el despido.
También era una característica de Depardieu, el no querer repetir siempre lo mismo, cuando podía elegir siempre cambiaba el registro.
En esa época también vuelve al teatro, por amistad y por compromiso con su profesión. Hoy en día muchos actores alternan sin problema cine, teatro, televisión. Pero es más inusual que lo hicieran antes, sobre todo, actores de cierta reputación o posición como era el caso de Depardie.

Una mezcla de cine y teatro la hemos visto con su versión de Cyrano de Bergerac, una de sus mejores interpretaciones, sin embargo muy en consonancia con su vida. Espadachín, romántico, poeta, soldado, pendenciero, generoso, humilde, espléndido y justiciero. Todo eso, y mucho más, es Cyrano de Bergerac. Todo eso y, al menos, una descomunal nariz… Cyrano de Bergerac, el protagonista de la obra, es un aguerrido soldado, verborrágico poeta, orgulloso hasta la necedad, tan dado a las bravatas como a las causas nobles, y un oculto romántico, todo ello enmarcado por una enorme y grotesca nariz. Claro que este poco sutil apéndice nasal lo mantiene alejado de las mujeres, en particular de su prima Roxana, a quien ama desde su niñez.
En realidad en su vida personal, el amor es algo que no lo ha conservado en la intimidad, a pesar de su posterior vida más bien taciturna con algún que otro desliz con el alcohol.  Depardieu vivía con su mujer y dos hijos. Ha tenido la desgracia de ver como entierra a su hijo Guillaume, que también le gustaba el alcohol y las motos. Después de muchísimas operaciones y un largo periodo de incertidumbre, Depardieu padre asistía a la agonía del hijo, que no lograba reponerse de un accidente en el que perdió una pierna, y finalmente murió.



La verdad, sea dicha, esta última etapa del actor francés está siendo bastante lamentable, en cuanto a que no guarda mucho equilibrio, y el físico que ha cogido lo está encasillando en ciertos papeles que no puede elegir.
Pero en aquella etapa de los 90, quizás fue la mejor para Depardieu, porque se montaba al carro de las grandes producciones, 1492 con Scott, en Germinal estaba tremendo,El conde de montecristo borda el personaje, El hombre de la máscara de hierro, Hamlet, Salir del armario, Los miserables, etc…
En estos momentos Depardieu pasa por ser uno de los más reconocidos interpretes del mundo.

Pero su vida personal no aguantó el tirón, la pérdida del hijo, el propio accidente que sufrió Depardieu, los problemas con la bebida, y esa personalidad que en principio, era magnética, se volvió quizás un poquito turbia. Tenía cada vez más meadas fuera de tiesto, nunca mejor dicho, porque protagonizó un incidente en un avión al mear en el pasillo delante de todo el mundo. Debo añadir que estaba borracho.
Se ha desmejorado un poco físicamente su imagen, que ya no atrae tanto, aunque sigue siendo uno de los grandes del cine en Europa.