domingo, 25 de marzo de 2012

CANTANDO BAJO LA LLUVIA



"Simplemente perfecta. Lo más admirable es que su acumulación de números musicales (que aislados son magistrales) resulte una unidad coherente y fluida (...) Una obra maestra" (Francisco Marinero: Diario El Mundo)

¿El mejor musical del cine? Probablemente. En cualquier caso, "Singin' in the Rain" tiene algunos de los bailes más maravillosos y cinematográficos de la historia del séptimo arte; Gene Kelly canta enamorado bajo la lluvia... y el mundo se detiene. Genial y vitalista, una imperecedera obra maestra. (Pablo Kurt: FILMAFFINITY)

Estamos ante un musical que representa la esencia del cine, bien porque desarrolla el tema del paso de la época  de las silent movies (cine mudo) al sonoro. Aunque representa esta realidad desde un punto de vista cómico que desdramatiza, no así como películas del corte de "El crepúsculo de los dioses", dónde este tema es abordado de una manera más tremenda y cruel.
“Cantando bajo la lluvia” es un musical que deja buen sabor de boca, pese a sus muchos fallos y corta pegas. La dirección de Stanley Donen, perfecta. Ha sabido darle al musical un aire fresco y gamberro, a la vez que glamuroso y jovial.



Como toda historia de pasquín, en esta película, lo que se ve y lo que emerge de la realidad es sólo la reluciente silueta de una realidad mayor que no siempre es tan lustrosa como su envoltorio.
En realidad, parece que el musical, es perfecto, y en mucha suerte de circunstancias, acertaríamos al decir que sí, aunque como muy bien comprenderéis mis queridos amigos, y ya comenzáis a conocerme y descifrar los entresijos de mis formulaciones, no es oro todo lo que reluce. Para descargo de alguno diré, que en este caso que el resultado final justifica todo el proceso, no siempre tan glamuroso y artístico.
Por empezar en algún aspecto podríamos decir, que en realidad, sólo había escrita una canción para el musical, me refiero de forma específica. Y en principio tampoco se esperaba mucho de esta producción, otra obra que hizo el propio Gene Kelly anteriormente se presumía mejor, me refiero a “Un americano en Paris”. Por lo tanto pintaban bastos, y la productora de la película buscaba abaratar costes por todos los medios, tenían contrato con Kelly y lo utilizaron, sería un reclamo magnífico, pero en los roles no principales a Donald O'Connor, que tenía cierta reputación como secundario, pero que no alcanzaba la talla de Kelly (Personalmente creo que Kelly era un creido) y Debbie Reynolds, que no tenían el caché de estrella, y en el caso de Reynolds, no es que fuese un portento, pero destaca mucho porque no se esperaba que diese tanto juego siendo uno de sus primeros papeles. La verdad es que para ella supuso un gran espaldarazo a la fama.



También podemos hacer una ácida crítica a los estudios por racanear hasta con fondos de decorado reutilizados para la ocasión y sacados de otras producciones anteriores, y todo esto sin pasar por las dificultades económicas que recientemente ha pasado el mismo estudio de la Metro-Goldwyn-Mayer, en los que estuvieron a punto de vender los derechos de OO7.
Aún así, les ha salido un producto tremendo, puede ser de esas ocasiones a las que hice también mención comentando “Casablanca”, un cúmulo de peripecias o el azar de muchas personas que se unen y… der repente, de lo que está condenado al fracaso nace una obra imperecedera, una obra que trasciende a sí misma y su tiempo, una obra que está más allá de su contexto, de su auto comprensión.
La verdad es que Kelly nunca ha acabado de caerme bien, no es que yo tenga nada contra su trabajo detrás de las cámaras, porque esta película no sería lo que es si no fuese por su entera implicación en el proyecto. Es verdad que el director de la cinta es Stanley Donen, pero Kelly, era una especie de director en la sombra, puesto que era el que llevaba las escenas coreografiadas y tenía un gran poder de decisión gracias a su contrato. Son cosas de aquella época y el star system.
Kelly no era un divo propiamente dicho, trabajaba y trabajaba duro. La escena, más famosa quizás de la historia del cine, o al menos dentro del género musical es la de Gene Kelly danzando por una calle mojada, él empapado pero con una sonrisa de oreja a oreja. Si señor, esa es la perfecta alegría, reír, cantar, soñar a pesar de las circunstancias. Pero la verdad es que Kelly rodó esa escena con cuarenta de fiebre, todo por cumplir plazos. Aguantar los manguerazos fríos con fiebre y mostrar una sonrisa tan grande, es digno de encomio y reconocimiento a un artista que cuando se metía en una producción le daba lustre, no importa cual fuese el precio.



Stanley Donen había empezado en el cine como asistente en las películas de Kelly, por tanto la confianza para hacer este tipo de temeridades, era mutua.
Donen acabaría siendo un gran director, pero esta ha sido su escuela iniciática, a la sombra de un actor bailarín que fue para mi gusto, demasiado exigente, incluido para sí mismo.
Es cierto que Gene Kelly ofreció disculpas tras la película al reconocer que se había portado mal con el resto del reparto. Reynolds acabó de grabar las escenas de cantando bajo la lluvia con los pies destrozados y ensangrentados, porque Kelly le daba mucha caña practicándola en el baile, que era el punto débil de Debbie.



También Kelly tuvo que entonar el mea culpa en una de las secuencias de la película, ni más ni menos que el baile erótico con Cyd Charisse, en la que el contacto era muy evidente para la época de la que estamos hablando.
El estudio poseía varios derechos sobre canciones que tenían que utilizar, y cuando se pensó en la película, la idea era aprovechar algunas canciones para darle salida comercial. Eso fue lo que construyó el argumento, porque varias de esas canciones eran de la época del cine mudo, o de su paso al sonoro.
Lo más curioso del asunto es que la escena en la que Gene Kelly baila sobre la lluvia, es una escena que no estaba planteada en el organigrama inicial de la película, pero que buscando sentido a la canción se tenía que grabar. Pocos pensarían en aquel momento, que aquella  añadidura puesta casi a última hora sería la escena por la que queda indudablemente grabada la película en todos nuestros inconscientes.



Esa escena tiene varias peculiaridades que la gente desconoce. Se dice que la lluvia fue agua mezclada con leche para ser registrada mejor en cámara, cosa que no es del todo cierta. El agua tenía un producto que se le suele echar en fotografía, que se llama humectante. Además, quedaría la ropa, el suelo y la cara del actor con un tonillo blanco, que en realidad no se ve.
La coreografía de esa escena fue diseñada en función de la escenografía presente, jugando también con el efecto del agua, componiendo cuadros e imágenes maravillosos. Ya es normal, en este tipo de películas, que de la cosa más pequeña y ridícula se saque petróleo.
Para la escena se necesitaron un par de bailarines más para reforzar el sonido de los pasos que Gene Kelly marcaba en el escenario.
Este año se cumplen sesenta años del estreno de esta obra maestra del musical, según espertos críticos de cine como Roger Ebert "El mejor musical de Hollywood jamás realizado".



Una obra así, por muchos remiendos que tenga, no sale así como así y tiene a mucha gente implicada en su producción.
La dirección de fotografía corrió a cargo de Harold Rosson que fue el genio que estuvo detrás de "El mago de Oz", proporcionó a la película colorido y vitalidad, que ayudaba en esa concepción fresca que quría darle Arthur Freed.
Otra de las curiosidades de la película, que se extrae de su argumento, de esa intrahistoria del paso del cine mudo al sonoro, es que Jane Hagen, la actriz que da vida a Lina Lamont, tenía una voz aceptable, no era tan mala como se la tintaba en la película, pero en un alarde de exageración, Hagen dobló a Debbie, que a su vez se suponía que tenía que estar doblando al personaje de Lina, que se entiende que era Hagen, fue un juego retorcido, de esas cosas que se hacen en las producciones cuando se está aburrido y se quiere contar una historia curiosa después.

DISFRUTADLA VALE LA PENA





4 comentarios:

Cristina dijo...

Hola Emilio! No sé si será el mejor musical de toda la historia del cine, pero desde luego a mi es el que más me gusta; su alegría, sus coreografías, los actores elegidos contribuyen a redondear una obra maestra inolvidable. Una película que distrae, moderna para la época que fue rodada,con melodías y canciones que han pasado a formar parte de la propia historia del cine. En fin....para mi gusto una película atemporal que siempre gusta y que no ha perdido ni una pizca de su encanto. Saludos.

El Bueno de Cuttlas dijo...

El género musical nunca ha sido santo de mi devoción (más bien al contrario) pero es cierto que hay películas que trascienden más allá de su estilo para convertirse en iconos del cine y que solo por eso ya hay que verlas. Con "Cantando bajo la Lluvia" este es el caso.

Un saludo Emilio

PD: Tengo entendido que Gene Kelly pilló una buena pulmonía tras rodar la mítica escena de las farolas. Humildemente le agradecemos el sacrificio.

Javier Simpson dijo...

A mí sin embargo sí que me caía bastante bien Kelly. Me parecía un tío bastante simpático y noble. El que pidiera disculpas a los compañeros por haberse portado mal lo engrandece. Después de todo él era una estrella y a las estrellas eso le cuesta más.
No me gustan por lo general los musicales, pero este es un espectáculo de arriba abajo. Visualmente impresionante.

Un saludo, Emilio. Muy buena entrada.

Meg dijo...

Soy mucho más de Kelly que de Asteire, yo también le dediqué un post en su día, es una maravilla del cine, de esas que quedan grabadas para siempre, es imposible no recordar su famosa secuencia en un día de lluvia. Un beso!