miércoles, 9 de febrero de 2011

WHISKY



"Inesperada maravilla (...) una película de visión sencillamente imprescindible para cualquier persona sensata." (M. Torreiro: Diario El País)

"Rebella y Stoll consiguen el milagro del humor dentro de una obra áspera, que se parece mucho más a una autopsia que a una comedia convencional (...) No cabe pues emborracharse con este 'Whisky', sino degustarlo a pequeños sorbos como una rareza única" (Federico Marín Bellón: Diario ABC)

Es verdad que no es una película agradable ni lo más mínimo, es lo más sórdido que te puedas hechar a la cara. Ahí radica su belleza. Os podrá parecer raro oir esto sin haberla visto, pero quien ha visto esta joyita del 2oo4 me entenderá después de haber leído estas líneas. No está en los grandes circuitos ni tiene mucha fama, pero es una obra casi imprescindible de obligado visionado, sobre todo en nuestros días, en los que apenas hablamos con el vecino, o con el compañero de trabajo, o si lo hacemos es por mera formalidad, por que la cruda realidad nos dice que en realidad nos importa un comino lo que piense, diga o haga el de al lado.



Es una comedia muy negra y demasiado dramática, en la cual el whisky, título referencial, al que alude la cara y expresiones de los protagonistas de la película. Viven su vida anestesiados como si un gran sentimiento de indiferencia guiase sus vidas o los inmunizara contra los sentimientos. La única mueca risueña es aquella que esbozan por cumplimiento de las formas, pero nunca por imperativo existencial, como si fuesen abejas trabajadoras a las que se les prohibió en su código genético la sonrrisa y la felicidad.
La película te coge y te sacude desde dentro, desde la sencillez de sus personajes, de sus pétreas caras con pose de póker. Sus silencios son la mayoría de las veces insoportables, sólo se conllevan con la inexorable e impetuosa fuerza del vicio de respirar por respirar. Sus vidas te cojen y te hunden con ellas en un hueco oscuro. No obstante sus vidas atisban un tremendo torrente de humanidad, se ayudan sin apenas preguntarse porqué, como si toda ayuda o cable que viniese de fuera le diera nuevos hálitos.
Además permanece en ella una fina ironía no tan fácil de encontrar. Estoy convencido que el 60% de la gente que lea esto y luego vea la película, no le gustará si no disfruta de estos pequeños detalles de comicidad. Por poner un ejemplo, existe una metáfora poética entre la fábrica de hacer medias y calcetines donde realizan su vida dos de los protagonistas, llena de automatismos como su relación, llena de monotonía, de gestos aprendidos sin ninguna significación más allá de la simple cortesía, y una cortesía fría.



Esta deliberada repetición, que a simple vista puede resultar pesada hasta el hastío, se vuelve en parte crucial de la trama y la historia que se quiere contar, ya bien porque establece un precedente en la relación de las dos personas y lo forzado que resulta posteriormente el juego con la tercera persona en discordia. Los tres juntos resultan tan patéticos, que en el fondo es un trio entrañable e inseparable.
Tiene escenas como la vida misma, un gerente de una empresa en mala conservación, se entera de que llega su hermano para verle, y como no quiere parecer el fracasado de la familia le propone a la empleada que sea su mujer imaginaria. El problema es cuando ninguno de los tres por mucho que se empeña es como dice o presume que es. Ciertamente, esta película clama por aquellos que no tienen la fuerza o el valor suficiente para vivir la vida que ansían, que no se atreven a levantar la voz y que incluso su silencio habla por ellos.
Para mí es un peliculón hecho de pequeños gestos, pequeños sueños, minimalismo en definitiva. En esto encuadra toda su belleza y poder, porque no hay más verosimilitud que la desnuda realidad y la impotencia humana que desborda la pantalla, no hay artificio como tal del séptimo arte, no hablamos de grandes pasiones y bajos instintos, tan sólo apela a una vida que se vive porque toca.



Una película que te propina una patada en la barriga tal, que si luego no quieres hacer algo con tu vida es porque tines orchata, no sangre. El mensaje que me ha quedado impregnado en el subconsciente de este film es que por muy mal que vayan las cosas y a tí mismo te digas - ¡Yo así, no sería capaz de vivir!, la película te muestra, y esto es lo peor, es que sí, repito sí, podríamos vivir. Esto es lo más grandioso y lo más terrible en lo que nos hace pensar esta cinta. Es decir, que sí podríamos vivir en el más absoluto vacío existencial, vivir sin razón, por el mero hecho de la costumbre. Así mismo negamos, hacemos trucos, juegos de salón para autoconvencernos de lo contrario, ahí está el patetismo y lo vacio de la existencia, al menos en lo que se refiere a mi lectura de la película.
Es una apuesta frontalmente encontrada con lo que sería el cine actual, una apuesta personal hasta el final, sin importar las repercusiones. Recomiendo esta co-producción uruguaya, alemana, argentina y española que de verdad merece la pena ver.


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