miércoles, 26 de mayo de 2010

LOS MEJORES DIRECTORES_PARTE_3



CLINT EASTWOOD

Introducción

Clint Eastwood renace de sus cenizas cual ave Fénix para demostrar su valía y su enorme talento ahora en su etapa madura, y no lo digo por que justo coincida el estado de madurez con la madurez artística, que por lo demás es lógico y natural, si no porque aunque ya lleva manifestando su capacidad desde hace unas cuantas décadas, es ahora donde confluye crítica y público.
Pues sí, personajes como Eastwood, hoy adorado por todos los críticos y cinéfilos del mundo, ha tenido sus más y sus menos, pues los que ahora le suben a un pedestal en otro tiempo lo defenestraban hacia los abismos.
Este dato es importante, puesto que primero, mucho neófito no conoce muchas de sus películas y segundo, es una forma de hacer justicia a una carrera y trayectoria inmensa, conjugando todas las labores de productor, actor y director, y nos da la talla real de este verdadero artesano del cine.



 Él siempre ha sido consciente de esa diferencia que existía entre lo que mostraba como actor o persona de lo que el público luego le entregaba en forma de feedback. Simpre ha sido una persona consciente de su trabajo y de sus limitaciones, aunque de alguna manera, intentó e intenta por todos los medios satisfacer a todos los públicos. Desde el principio de su carrera se le achacó el hecho de ser una estrella falsa, es decir, emerger de la nada, tan sólo por aparecer en una trilogía de western de cariz rústico y violento que incluso muchos de los ciudadanos americanos detestaban, pues significaba la muerte del western noble que habían diseñado, los buenos contra los indios, o los buenos contra unos indeseables bastardos que acometían vilezas de muy baja calaña. No estaban preparados para la bofetada que supondría el Spaghetti Western. La fórmula del Spaghetti, ya no contemplaba la honrra, las buenas maneras, la justicia, etc… Lo que hacía era presentar a unos cuantos perros sarnosos que se mataban entre sí por un puñado de dinero, sin principios, sin ambajes, sin pelos en la lengua. Todo esto simbolizaba para la sociedad puritana de Estados Unidos (por aquel entonces la parte del Este, la que tenía más dinero y “pensamientos más elevados”), una buena manera de pasar el tiempo, pero no le otorgaban ningún valor artístico. En el medio Oeste, también eran puritanos, o incluso más purtitanos, pero eran más campechanos y menos educados, por lo que el contexto violento no fue un gran escollo. El hecho es que las películas de la trilogía del dólar, (“Por un puñado de dólares”, “La muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo”) fueron un éxito de taquilla rotundo en todo el mundo, pero aún así, Clint Eastwood segía siendo para la crítca especializada un simple actor (no tenía por qué ser bueno) que ha dado con un filón cinematográfico, pero que ni mucho menos se le puede considerar un buen actor o un artista. Eastwood, comprendía este roll, pero no se conformó, y luchó y aún está luchando por quitarselo de encima, porque si es verdad, que Clint Eastwood, ya es una marca registrada, es un icono del Western. Hoy día a un niño o un joven, le hablas de Eastwood y te dirán: Rubio, sombrero, alto, cigarros a la mitad, escupir y punto, perdón, y poncho.
Es curioso, pero en una entrevista que ofreció Eastwood a la revista Playboy, diez años después de su marcha a Italia para rodar la trilogía de Sergio Leone, relata como de la nada y la improvisación, nace toda una mitología. La entrevista dice lo siguiente:
“Fui a Mattson, una tienda en Hollywood Boulevard, compré unos Levi´s negros y los metí en lejía. Las botas, las espuelas, las cartucheras vienen de (Rawshire). El sombrero es de Santa Mónica y los cigarrillos negros los compré en Beverly Hills. En cuanto al Poncho, lo compré en España”



Es verdaderamente difícil superar todas esas imágenes, no todas halagüeñas, no encasillarse y caminar hacia delante, hasta conocer el éxito en los días presentes. Veremos a continuación la vida y obra de Eastwood, me voy a parar más en su vida que en sus películas porque en la otra entrada de directores está Kubrick, que tiene pocas películas, la filmografía de Eastwood, entre actor y director es muy extensa, y lógicamente no acabaría hasta el 2011.



PRIMEROS PASOS.

Clint Eastwood nació el 31 de Mayo de 1930 en San Francisco, California, en medio del periodo cáustico del crack de la bolsa de Nueva York del año anterior. De ascendencia inglesa por parte de padre y holandesa por parte de madre, no pasó muchos problemas, o por lo menos no se vio echado a los caminos como muchos agricultores en esa época.
En la adolescencia se presentaba como un joven alto, espigado, y muy tímido, introvertido, cosas de la vida, un poco alejado de su imagen como actor. Lo cierto es que de joven, Eastwood no mostró una fiebre por el mundo del arte dramático, sí, había actuado en algunas de las obras del instituto, pero profesaba más pasión por la música country, y por el Jazz. De hecho, se enamoró de Charlie Parker, cuando lo vión entre muchos otros en un concierto. No es casualidad que años después hiciese el biopic “The Bird”, sobre nombre con el que apodaban a Charlie Parker.



He aquí que su vida se quería orientar por los caminos de la música, pero no sé si la providencia, como siempre, le hacer rectificar y le da una bofetada que lo aparta de su propósito inicial. El quería estudiar música, la idea era ir a Seattle, pero la guerra de Corea arruinó todos sus proyectos, pues tenía que hacer la instrucción militar.
Dentro del ejercito coincidiría con muchos actores que viendo su porte y estilo le recomendaron que se encaminase por el arte dramático, por que en el starsistem de Hollywood de la época, sólo tenías que ser un guapo galán con alguna que otra noción de interpretación. Por otra parte, así comenzaron los grandes galanes, actuando y recibiendo clase de interpretación. Casos famosos: Gary grant y Marilyn Monroe.
En 1954 hace unos screen test (pruebas de pantalla) para la Universal, de las que queda horrorizado y todo se le viene encima. El muy cazurro andaba haciendo giños de ojos, cosas raras y demás tonterías de la época, que cuando se vio en pantalla como es lógico y normal, más que un galán seductor parecía un galán cómico haciendo el gilipollas. La experiencia lo avergonzó tanto y más con su carácter tímido, que en lo sucesivo actuará de forma minimalista.
La prueba no fue de todo un fracaso, el estudio de la Universal lo contrató por poco más de un año. No consideraban que tuviera mimbres de buen actor, sin embargo tenía percha y servía para adornar películas. Además Clint estaba contento porque recibía dinero y entraba en un proyecto para quitar nuevos talentos en el que tenía clase todos los días, ejercicios y deporte.
Su contrato le permitió aparecer en algunas películas y foguearse, pero más bien los roles que tenían eran pequeños y muchas veces, hasta deprimentes. Imaginaos como eran los papeles que hasta llegó a ser la réplica de “La mula Francis”(La mula que hablaba). No obstante, no todo fue deplorable, tuvo la oportunidad de pasearse por los estudios, ver los métodos de acción de los directores y los diferentes actores, además, Eastwood siempre fue muy curioso y un trabajador incansable, con lo que también le exprimió su jugo positivo a esta situación. Sí, amigos, los comienzos siempre fueron difíciles, hasta para Clint Eastwood.




CONSOLIDACIÓN.

Está claro que no era la percha con la que los estudios querían colgar sus trajes más glamorosos. Por tanto, decide abrirse camino en el mundo de la televisión.
Se le ofrece un papel en la serie de televisión Rawhide, donde se consolidó como actor. La serie fue cogiendo pulo y el bueno de Clint, cogiendo experiencia pues la televisión es un medio que te exige todos los días. Fue algo controvertido, pues los estudios no veían aún lo peligroso que resultaba la televisión, y es que la enorme oferta que ofrecía, llevaría a muchos de los profesionales que hacían cine a pasarse a la televisión, pues en Hollywood eran tratados como simples asalariados sin tener en cuenta sus inquietudes artísticas, es más, algunos solo verían su trabajo en el estreno de la película en cines.
La televisión fue para Eastwood una especie de salvación, cada vez más, la caja tonta era una especie de escuela de cine, además de aquella, las series se gravaban con negativo. Lo mejor para Eastwood es que en las series cada episodio tiene su director, por lo que tenía donde fijarse.



El personaje que encarna en “Rawhire” es el de un cowboy llamado “Rowdy Yates” un joven guapo, obediente, dispuesto, etcétera. Las primeras fans llama a Eastwood “El cowboy más guapo del mundo”, la verdad es que Clint había elegido para su personaje un nombre más jocoso, que traducido biene significando: “El criado de las praderas” o “El idiota de las llanuras”
Visto lo visto, no es de extrañar, que cuando le llega la oferta de Sergio Leone “Por un puñado de dólares”, en el que tendría que interpretar el personaje opuesto del odioso y hostiable Yates de Rawhire, Eastwood no se lo pensó dos veces. Se embarcó en la aventura italiana solamente por lo mucho que lo había seducido interpretar a un pistolero, silencioso, introvertido, de malas pulgas, juerguista y violento como él solo. Parecia una piruleta a la salida de un colegio y una vía para sacar la rabia que tenía acumulada Eastwood.




LA TRILOGÍA DEL ÉXITO Y EL DINERO

El comienzo de la trilogía no fue fácil, no por la compenetración de Leone con Eastwood, que era perfecta incluso si añadimos que en los principios, Leone no tenía ni idea de inglés.
Leone y Clint, promovieron un Western adelantado a su tiempo, una ruptura con todo aquello que hacía Hollywood, significó una patada en la mesa cargada de irreverencia por los modos y maneras de rodar películas del Oeste.
Es más, yo diría que con su innovadora fórmula derogaron el viejo Oeste para construir un Oeste justiciero, implacable. Muchos de los críticos de la época no querían ver este exceso de violencia, lo valoraban como carnaza para el público de encefalograma plano. Parecían aquello viejos lamentándose porque el mundo acababa con ellos, no quedaba nada del western puro que habían defendido siempre.
Un dato curioso, para estos críticos aguareros es que “Por un puñado de dólares” era un remake no autorizado de la película “Yojimbo” de Akira Kurosawa, la misma película que estos aguareros veneraban, pero, casualidades de la vida, los productores nipones litigaron con Leone y recibieron un 15% de la película, ahora es cuando viene la sorpresa. Fijaos la recaudación de la película de Leone, cuando Kurosawa ganó más dinero con el 15% del remake, que con todo lo recaudado con su propia película.




A Eastwood, le va a valer toda la vida, el callo que coge con Leone en la interpretación, sobre todo si tenemos en cuenta que el buscaba la expresión minimalista en el gesto, para mejorar aquel casting que lo marcó. Pues si quería economía de gestos, con Leone, se encontró con la persona perfecta, pues en su filmografía da una importancia capital a los primeros planos y las reacciones de sus personajes. Ejercía este tipo de planos, porque decía él que era una forma bastante eficaz de que una cámara hablase por sí sola. Parece que no, pero si establecemos una línea temporal – visual, desde la trilogía de los dólares, pasando por “Sin perdón”, y por último terminamos en “Gran Torino”, nos damos cuenta como coge y hace suya esa expresión narrativa del primer plano. En “Sin perdón”, cuando entra en aquel saloon, dispuesto a vengarse de la muerte de su amigo y persiguiendo al violento scheriff Hackaman, la cámara hace un traveling hacia atrás, pero el plano se va cerrando hasta que queda encuadrada su cara y el rifle. Su cara expresa una sensación de rabia a punto de estallar, que en el primer plano, queda plausible y además nos deja mucha información. En “Gran Torino”, pasa lo mismo cuando ve que la banda de chinos van a por Tao, y entran en su jardín, todo el plano confluye en la cara de Eastwood, …y también esta vez tiene un rifle con el que amenaza al joven chino de la banda.




HACIENDO AMIGOS

No contento con la imagen de violento que había conseguido en las películas con Leone, Eastwood trabajó con Victtorio de Sica en “Una tarde como las otras” con el afán de desprenderse de esa fama de violento. Con una comedia como la que le proponía de Sica, podría lograrlo, pero la verdad es que fue una película que pasó un tanto desapercibida, y la trilogía de los dólares, pesa a ser calificada de basura amoral, por la crítica estadounidense, hizo taquilla como churros. La participación con Victtorio de Sica había sido muy buena idea, pero la fama es la fama, y lo que es peor, el dinero es el dinero, y si te falta haces lo que sea por conseguirlo. O más o menos eso es lo que pienso yo que pasó para que Eastwood se metiera en un proyecto como “Harry el sucio” (Dirty Harry). Se metió a mi modo de ver en la boca del lobo, pues fue de Guatemala a Guatepeor. Ya que la imagen que se proyectó con el inspector Harry Callaham, le granjeó no pocos problemas, hasta el punto de acusarlo de Nazi o Fascista. Se le comparó como figura panfletaria de la administración Nixxon, un inspector justiciero que no hacía ascos a utilizar unos métodos un tanto peculiares, y llevar siempre cenída al cuerpo una Mágnum del calibre 44.



A su modo fue una película rabiosa, que tenía otra cara con la que tratar el crimen. Hay que tener en cuenta que es la década post código Hays, con lo que la veda de los temas quedaba abierta y la manera de tratarlos, no era libre, pero bueno, el maniqueo de Hollywood con el que narraba las historias y personajes quedaba enterrada, nacia una nueva sensibilidad, es la década de Vietnam, hippies, dos años antes se había estrenado “Easy rider” de Dennis Hopper, el hecho de todos estos movimientos sociales acabaron por desencadenar en una contracultura de la que es fiel reflejo la película.
La periodista Pauline Kaen, “The New Yorker” hace una crítica desoladora y cruel hasta decir basta, comparando a la figura del inspector Harry con un justiciero sanguinario, signo de la intención de crear un instrumento de propaganda de la administración Nixxon para crear un cuerpo de policía para-legal, que nos pudiera salvar de la política del miedo vertida por el gobierno. Y acaba por soltar esta bomba: “Harry el sucio, es una película profundamente inmoral”. Que cosas, hoy todos nos reimos de aquello, pero en la época y en la coyuntura sociopolítica, no le sentó muy bien a Eastwood que decidió ir al psicólogo.
Seguiremos en otra ocasión, si no, también tendré que ir yo al psicólogo.


sábado, 1 de mayo de 2010

EL HOMBRE DEL BRAZO DE ORO


Esta cinta es bastante atípica, pues conjuga varios aspectos novedosos y originales que la distinguen un poco del género.. Para empezar, os acordais que os hablé del código Hays, un código de producción cinematográfica que significaba censura. El mencionado cócigo persistió hasta que llegó el conocido ahora de: clasificación por edades. Pues esta es la primera película que se saltó el código Hays sin la autorización, que en aquella época era ineludible, o al menos hasta entonces.
El problema radica en que la película trata la adicción a la heroína en 1955, año en el que se estrenó. La verdad es que la sociedad de aquel entonces tenía a los jonkies por auténticos perdularios y estrafalarios seres de las ordas inmundas del mal, o poco menos. Permitir que se exiviese en pantalla era jugar con fuego o poco menos que buscarte la ruina. Aunque siempre se ha sabido que en Estados Unidos impera una doble moral, sobre todo en el mundillo del cine, pues... uno ya nunca sabe a que atenerse, me explico. El film se estrena y tiene una gran acogida y taquilla, se vende como la lucha y superación de un hombre por salír de aquellos avatares a los que le empujó la vida, y claro, aplícale tú el código Hays a eso cuando ya la película había pasado el filtro de la crítica y el público. Haber, que me traigan al valiente que le pongo un monumento.
Todo esto creó una gran controversia, en el mundo del celuloide, por que claro, se sentaron unos precedentes que poco a poco, pues quieras o no, hacen presión.


Hoy día, la película puede quedar un poco anticuada, porque por más que fuera revolucionaria en su época por la temática, no puede abstraerse del lastre que supone contar una historia en el Hollywood de la época. La historia es honesta pero tiene el debido maniqueo de las producciones  de los cincuenta, es decir, hacer historias redentoras basandose en personajes cliché, y situaciones ejemplificadoras muy claras que nos puedan aleccionar moralmente. No digo que sea el caso explícito de esta cinta. Pero para el espectador o neófito que la vea hoy por primera vez, vea un poco de esto y no entienda muy bien que le mastiquen la historia.
No es la primera película que trata el tema de la adicción. Quizás la primera cinta que creó un cierto desasosiego con el tema proviene de la firma de Billy Wilder “Días sin huella”, en la que se trata la relación de un hombre con el alcoholismo y sus esfuerzos por erradicar la dependencia de la botella. Pero como ya se sabe que el alcohol era y es una droga permitida, y no tiene tan mala prensa, porque al fin y al cabo, ¿Quien no ha tenido alguna vez una cogorza?, pues no era motivo de escándalo y superó las disposiciones del código Hays.



Debo aplaudir de la película, el tratar de manera honesta todo el proceso del mono a la heroina, de hacer lo más reales las angustias y preocupaciones del heroinómano. No hay ninguna sobrecarga añadida ni artificial en la manera de representar todo ello, que sin embargo es muy extraño para la época.
La forma en la que se va cargando el ambiente, y la sensación de ahogo del protagonista la sentimos como real. Porque Frank, daba vida a un hombre compungido, silencioso, pero de mucho poso. Tal es así que tendrá el valor suficiente de dejar atrás el periodo de la cárcel y empezar de nuevo, construyendo sueños y esperanzas, participando en castings para baterías, su gran pasión. Mientras tendrá que luchar contra viejas tentaciones y lidiar con otras nuevas como la figura de la maternal Kim Novak, que en este, uno de sus primeros films aún se nota su inexperiencia, pero su belleza y su presencia llenan la pantalla. Ella supondrá la nueva adicción a la que se ha de enganchar el personaje de Sinatra. Con todo Eleonor Parker, la actríz que hace de mujer de Sinatra, que está postrada en una silla de ruedas, y de la que Frank tiene que cuidar, viene a dar una nota más de agobio a lo antes mencionado. Su única escapatoria es Kim Novak, con la que comparte una amistad sincera, pero de la los dos piensan sacar algo más.
Otra de las particularidades es la partitura a cargo de Elmer Bernstein, que introdució el jazz por la puerta grande de las bandas sonoras, dándole voz, ya que fue nominado al Oscar de la academia por esta película. Aunque tenga una prolífica carrera. “Los siete magníficos”, “valor de ley”, “La edad de la inocencia”, “Matar a un ruiseñor”, “La gran evasión”, etcétera.