sábado, 1 de mayo de 2010

EL HOMBRE DEL BRAZO DE ORO


Esta cinta es bastante atípica, pues conjuga varios aspectos novedosos y originales que la distinguen un poco del género.. Para empezar, os acordais que os hablé del código Hays, un código de producción cinematográfica que significaba censura. El mencionado cócigo persistió hasta que llegó el conocido ahora de: clasificación por edades. Pues esta es la primera película que se saltó el código Hays sin la autorización, que en aquella época era ineludible, o al menos hasta entonces.
El problema radica en que la película trata la adicción a la heroína en 1955, año en el que se estrenó. La verdad es que la sociedad de aquel entonces tenía a los jonkies por auténticos perdularios y estrafalarios seres de las ordas inmundas del mal, o poco menos. Permitir que se exiviese en pantalla era jugar con fuego o poco menos que buscarte la ruina. Aunque siempre se ha sabido que en Estados Unidos impera una doble moral, sobre todo en el mundillo del cine, pues... uno ya nunca sabe a que atenerse, me explico. El film se estrena y tiene una gran acogida y taquilla, se vende como la lucha y superación de un hombre por salír de aquellos avatares a los que le empujó la vida, y claro, aplícale tú el código Hays a eso cuando ya la película había pasado el filtro de la crítica y el público. Haber, que me traigan al valiente que le pongo un monumento.
Todo esto creó una gran controversia, en el mundo del celuloide, por que claro, se sentaron unos precedentes que poco a poco, pues quieras o no, hacen presión.


Hoy día, la película puede quedar un poco anticuada, porque por más que fuera revolucionaria en su época por la temática, no puede abstraerse del lastre que supone contar una historia en el Hollywood de la época. La historia es honesta pero tiene el debido maniqueo de las producciones  de los cincuenta, es decir, hacer historias redentoras basandose en personajes cliché, y situaciones ejemplificadoras muy claras que nos puedan aleccionar moralmente. No digo que sea el caso explícito de esta cinta. Pero para el espectador o neófito que la vea hoy por primera vez, vea un poco de esto y no entienda muy bien que le mastiquen la historia.
No es la primera película que trata el tema de la adicción. Quizás la primera cinta que creó un cierto desasosiego con el tema proviene de la firma de Billy Wilder “Días sin huella”, en la que se trata la relación de un hombre con el alcoholismo y sus esfuerzos por erradicar la dependencia de la botella. Pero como ya se sabe que el alcohol era y es una droga permitida, y no tiene tan mala prensa, porque al fin y al cabo, ¿Quien no ha tenido alguna vez una cogorza?, pues no era motivo de escándalo y superó las disposiciones del código Hays.



Debo aplaudir de la película, el tratar de manera honesta todo el proceso del mono a la heroina, de hacer lo más reales las angustias y preocupaciones del heroinómano. No hay ninguna sobrecarga añadida ni artificial en la manera de representar todo ello, que sin embargo es muy extraño para la época.
La forma en la que se va cargando el ambiente, y la sensación de ahogo del protagonista la sentimos como real. Porque Frank, daba vida a un hombre compungido, silencioso, pero de mucho poso. Tal es así que tendrá el valor suficiente de dejar atrás el periodo de la cárcel y empezar de nuevo, construyendo sueños y esperanzas, participando en castings para baterías, su gran pasión. Mientras tendrá que luchar contra viejas tentaciones y lidiar con otras nuevas como la figura de la maternal Kim Novak, que en este, uno de sus primeros films aún se nota su inexperiencia, pero su belleza y su presencia llenan la pantalla. Ella supondrá la nueva adicción a la que se ha de enganchar el personaje de Sinatra. Con todo Eleonor Parker, la actríz que hace de mujer de Sinatra, que está postrada en una silla de ruedas, y de la que Frank tiene que cuidar, viene a dar una nota más de agobio a lo antes mencionado. Su única escapatoria es Kim Novak, con la que comparte una amistad sincera, pero de la los dos piensan sacar algo más.
Otra de las particularidades es la partitura a cargo de Elmer Bernstein, que introdució el jazz por la puerta grande de las bandas sonoras, dándole voz, ya que fue nominado al Oscar de la academia por esta película. Aunque tenga una prolífica carrera. “Los siete magníficos”, “valor de ley”, “La edad de la inocencia”, “Matar a un ruiseñor”, “La gran evasión”, etcétera.


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