miércoles, 3 de marzo de 2010

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ


Lo que el viento se llevó nos sumerge en la América de mediados de siglo XIX. En la guerra de secesión, el norte contra el sur. Era una lucha por la preponderancia de las clases, el fin de una época y el comienzo de otra.
La historia original se convirtió en un éxito mundialmente conocido y ensalzó a su escritora (Margaret Mitchell). La novela se convirtió en un best seller en poco tiempo. El éxito fue brutal, antes de su publicación ya había la friolera de casi unas 100.000 reservas. Para que os lo imaginéis, eso era una burrada para la época. Si aplicamos esa cifra a la España de los treinta, que es de cuando data la novela, quiere decir, que solo antes de publicarse ya uno de cada 250 españoles lo habría encargado.
Para esas navidades fue el libro preferido para regalar, para finales de años ya había vendido un millón de ejemplares.
El editor vio el filón desde el primer momento, y se limitó a enviarle un cheque de 8.000 dólares con una sola condición, que cambiase el título de la novela, que por aquel entonces era “Mañana será otro día”. Lo curioso del asunto es que el editor quiso cambiar una frase que a la postre sería un éxito en el cine y que hoy en día todo el mundo recuerda.
Ella procede de un estado de Georgia, por eso afronta en la novela el punto de vista sureño. Habla de una cultura y un modo de vivir refinado, ya extinto. Las grandes plantaciones de algodón, una esclavitud con algún que otro derecho, unas damas muy pudorosas, y alguna delicada flor con espinas entre el medio de tan recatada dama, se trata de Scarlett O´Hara. Digo flor con espinas, porque Escarlata era una joven adorable pero orgullosa y de muy mal pronto. Es curioso como Vivien Leigh se hizo con el papel, es curioso porque era un papel codiciado hasta decir basta. Optaban a él, actrices de la talla de Carol Lombard, (Mujer del propio Clark Gable), Bette Davis, que venía de hacer un papelón en Jezabel, Katherin Hepburn, vamos que Vivien se peleaba con unas cualquiera. Olivia de Haviland que al final quedó con el papel de Melanie Huton no estaba en mente del productor, pero he aquí una de las paradojas del cine y del humor, la actriz que estaba haciendo las pruebas para el papel era Joan Fontaine, la hermana de Olivia de Havilland, pero parece que no gustó al propio Selznick. Ella se marchó airada diciéndole que para hacer el ganso llamase a su hermana Olivia. Pues la venganza se sirve en plato frío, sobre todo cuando el chef es Selznick. Olivia pudo pujar por el personaje de Scarlett, pero aunque Selznick era vengativo, no era un loco. Olivia tenía caché de estrella.



Hay que darse cuenta de que el personaje de Scarlett, sería el personaje femenino de la década. Y todas las que optaban al pepel quedaron con cara de bobo cuando descubrieron que le daban el papel a esta britanicucha que comenzaba a dar sus primeros pasos en el cine. La verdad es que Vivien Leigh apuntaba buenas maneras en el teatro, pero la única razón por la que fue elegida por David O. Selznick, fue por la encarecida recomendación de George Cuckor, que era el primer director contratado para esta película, algo que cambiaría, teniendo en cuenta de que el productor del que hablamos es un celoso de la perfección y tenía una fijación enorme en hacer de este proyecto la piedra angular de su trabajo.
Tal fue el celo en la producción de David O. Selznick, que puso detrás de las cámaras a cinco directores, aunque en realidad, el que figura en cartel es Victor fleaming. Sam Wood, Val Lewton, Ben Hecht, hasta George Cukor, (hacedor de películas como “Luz que agoniza”, “Vivir para gozar”, “Historias de filadelfia”, etcétera) pasaron detrás de las cámaras. En realidad se puede deducir que es una película de las llamadas obras de productor, donde mandaba la inversión y el espectáculo. Había un buen guión adaptado de una buena novela, así que para David, el problema de la dirección era de inferior rango. Todo debía estar preparado para el mayor espectáculo del cine. 



O. Selznick, era un tiburón de las finanzas, y de él fluyó la primera campaña encubierta que se recuerda en hollywood. Hizo un casting real entre aquellas estrellas del momento ya citadas en esta reseña, pero al mismo tiempo convocó un casting público de más de 1400 aspirantes, que atrajo mucho revuelo entre la prensa. Las actrices famosas sabían que el casting público nunca se llegaría a hacer efectivo, con lo que no contaban era que una joven desconocida para hollywood se haría con el papel a costa de ellas mismas. Ahora entendéis mejor porqué se les quedó esa cara de tontas. Ellas muy dignas habían declinado el papel por distintas razones. Bette Davis, no creía que pudiese representar un rol tan joven y además venía de hacer Jezabel. Las poses quedaron muy bien, pero sabe Dios lo que les pasó por la cabeza al ver que los derechos de la película valieron 50.000 dólares y la cinta recaudó más de 400 millones de dólares de la época.
O. Selznick invirtió tres años y pico en preparar la película y encontrar a los actores idóneos. Fue tan duro y agotador, que aún no estaba confirmada Vivien Leigh y comenzó a grabar varias escenas con extras, donde se supone que los sujetos estaban lejos de cámara o de espaldas, como por ejempo la escena del incendio, donde O. Selznick había hecho “King Kong” y años más tarde se grabaría la trilogía de “Regreso al futuro”. Ahora esos estudios están consumidos por las llamas, ocurrió hace unos años, una historia en imágenes, tristísimo.
Otra de las anécdotas que tiene esta película y la gente no la conoce, bueno, en parte sí, porque es historia del cine y de los Oscars, pero muy poca gente sabe de los precedentes. La verdad es que es bastante sentimental y dulce, por lo que tiene por remisión en cuanto a las injusticias de la vida. La actriz Hattie McDaniel, la que encarna el papel de chacha, “Momy” la sirvienta negra, que no pudo ir al estreno de la película en el estado de Georgia, por las leyes que imperaban en aquel entonces y por la corriente (W.H.A.S), ya sabeis, blancos, anglosajones, bla, bla, bla. Episodios oscuros que no merece la pena dar bombo. Lo bueno de la historia es que ganó la estatuilla en la ceremonia de los Oscars, convirtiendose en la primera actriz de raza negra en hacerlo. Fue un orgullo, porque sus padres fueron esclavos, y en una generación Hattie pasó a ser uno de los personajes más queridos de Hollywood.



Quizás, el actor que menos destaque sea Leslie Howard, porque la verdad, es que él mismo no estaba seguro de poder afrontar el papel de jovenzuelo que se va a la guerra. Por aquel entonces ya no era un niño y tuvieron que camelarlo con que podría producir alguna película, era una de las ilusiones del actor. Después de esto se prestó a mucha clase de potingues y maquillajes. El resultado de su indecisión, repercute en el papel, porque nadie entiende que Scarlett pudiese estar enamorada tan apasionadamente de un hombre tan soso.
Con respecto a Clark Gable, la verdad es que se cabreó cuando David O. Selznick hizo un trato con la metro por sus servicios sin contar con su persona. La verdad es que del trato no podemos decir que le haya salido mal del todo.
A todo esto, como buena película mítica, sus protagonistas no se llevaban bien, tanto es así que, Gable injería cebollas antes de cualquier escena con beso a Vivien.
La academia de Hollywood premió la obra con 13 nominaciones y 8 Oscars: mejor película, mejor director, mejor actriz, mejor guión, mejor actriz secundaria, mejor dirección artística, mejor montaje, y mejor cinematografía a color. Fue una sorpresa que Clark Gable no ganara el Oscar al mejor actor
Esta película sigue subyugando a los que la visionan. No es extraño. En ella seguimos encontrando caballerosidad y belleza, lucha y supervivencia y, muy especialmente, amores desesperados. Seguramente, no se puede pedir más. Seguramente el cine y Hollywood no están dispuestos a hacer un proyecto tan titánico como este. Podemos concluir diciendo que el tiempo se llevó, al fin y al cabo no es tan importante, porque mañana será otro día.


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