sábado, 20 de febrero de 2010

CASABLANCA


Puede que nunca se realice una película mejor, si hay que resumir el séptimo arte en una sola película, de mis labios saldría la palabra Casablanca.

Quizás no sea el film más técnico, ni el más pretencioso, ni el más espectacular de la época. Pero siempre ha conservado un halo de misterio, de atmósfera envolvente, de transcendencia, de romanticismo y no lo digo por la relación de Bogart y Bergman, si no por el sentido más amplio del término, donde el altruismo de los dos derrumba su relación pero nos deja un icono del amor eterno para toda la humanidad.

Estoy por decir que Casablanca no es la mejor película en ningún apartado, pero es la mejor de la historia, para mi gusto. Es una película como dice la expresión: "Aprendiz de todo, maestro de nada". Michael Curtiz, plasma un decálogo de buen cine, sin extridencias, pero que a la contra convierten al film en inolvidable. El guión, debe de enmarcarse en uno de los diez mejores de la historia por como modela los personajes y les quita toda la miga en unos diálogos cargados de ácido corrosivo. Bogart parece haber nacido para interpretar este papel, yo no creo que el destino esté predeterminado, pero en este caso haré una ligera omisión de mi norma para afirmar que en ese casting se debieron de alinear todas las estrellas del cielo. Hasta yo he soñado alguna vez llamarme Rick y regentar al estilo Bogart, un café en algún lugar exótico perdido por el mundo.


Con lo duro que sería vivir la vida de rick, que es un perdedor, él lo sabe. Ha estado con una mujer bellísima que le ha destrozado el corazón y que lo ha abandonado en su apática soledad. Se marcha lejos para olvidar el pasado, nada menos que a Casablanca. Convive con otro grupo de personajes perdedores, forman a mi modo de ver una panda que se alimenta de su autocompasión. Cuando de repente, la mujer que representa el anhelo de una vida mejor, vuelve a hacer acto de presencia en el momento en que este aun estaba recomponiendo los trozos de su maltrecho corazón. Es más, mucho más duro si cabe, porque tendrá que ver como se vuelve a escapar de sus brazos. Él comprende que ella siempre preferirá a un héroe de novela, noble, capaz de morir por sus ideales, mientras que él aunque la ame con locura, a sus ojos siempre será un cínico de buen fondo. Entra en razón y se sacrifica cual cordero degollado porque comprende que no es capaz de darle a su amada lo que busca. En cambio, para mi y para toda la humanidad, será un héroe como lo fue Cyrano de Berguerac, que sabiendo que su vida va a estar carente de amor, vacía, es capaz de recomponer lo que queda de él e intenta vivir.

Dentro del aparatado técnico, podemos calificar esta película de portento, puesto que con el guión medio escrito, se empezó a rodar. Hay una pequeña anecdota que se refleja en la pelícuala cuando en dun diálogo se pregunta como terminara la historia, y otro responde que se lo dirá cuando acabe. La interpretación de Ingrid Bergman es portentosa cuanto en tanto el director le daba la consigna de que mirara con expresión indiferente a Rick y a Victor Lazlo, a mitad de rodaje, no se sabía con quien se iba a quedar. Al final, Michael Curtiz apostó por Bogart, y acertó de pleno al colocarlo como protagonista épico de esa historia de renuncia por amor.



Es de alabar de Curtiz, que teniendo esos inconveninetes acabase forjando una película de leyenda con esa aurea especial. Es la película preferida de Woody Allen, le hizo un homenaje en su película “Sueños de seductor”, donde un personaje aquejado de cien males y alergias aspira a ser un heroe romántico como Bogart en Casablanca.

Además de todo esto, la película mantiene el formato de panfleto que pretendían los productores del estudio cuando se diseñó en 1942, en plena segunda guerra mundial, allá por la batalla de Stalingrado, y aún quedaban tres años de guerra más. La forma de hilar la historia de amor con el discurso antibélico o antinazi, como prefirais, es de una factura sublime. El resultado se aprecia hoy en día, porque la película resistió el paso del tiempo por la gran trama de amor no con trágico desenlace. Si tuviesemos que sotener el criterio fílmico del antibelicismo, esta pelicula nunca pasaría a la historia del cine, sin embargo, no os quede duda que para la época era uno de sus grandes reclamos.



Vereis, en el hollywood de la época, había leyes estatales que controlaban los grandes estudios, era una especie de censura, y en este caso, al tratarse de una película de temática política, la administración de Roosevelt “Ofice of War Informatioen” impuso algunas restricciónes al guión que obligaron a los tres guionistas que tenía Curtiz a reescribir el esbozo de guión. Eso era un caos total. Una unión de despropósitos. El esbozo parte de una adaptación de una obra de Brodway que no llegó a estrenarse que se titulaba “Everybody comes to Rick´s” (todos vienen al café de Rick) de Murray Burnett y Joan Alison.

Conseguir unir todo esto con esa solvencia, y si tenemos en cuanta que hasta la mitad de la grabación no tenía ni el guión terminado, comprenderis como yo y como la crítica especializada, que esta película ha sido parida con mucha profesionalidad, mucha astucia, mucha suerte y mucho amor. No es una película cualquiera.


Desde luego esta película es inolvidable, un monumento al cine, al amor y a unos valores que hoy en día han caido en deshuso.

La partitura de Max Steiner, es, no sé, me faltan los calificativos. Hay gente que no ha visto la película, sin embargo es capaz de tararear perfectamente el "As time goes by". Sam (Doodley Wilson) es el pianista y "crooner" de Rick en Paris y Casablanca.

Es una enorme mezcolanza también, de frases míticas que quedaron en el inconsciente colectivo de muchas generaciones de cinéfilos.


Peter Lorre: Me desprecias, ¿verdad?, Rick
Bogart: Si alguna vez llegase a pensar en tí... Seguramente.


"Tócala otra vez, Sam"


"Siempre nos quedará París"


En definitiva, no queda más que decir: "Hollywood, tócala otra vez".


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