sábado, 9 de enero de 2010

DUELO AL SOL


Bueno amigos, voy a hablar de otra película de excesos y no precisamente del presupuesto. No es que me apetezca especialmente en esta época hablar de filmes e historias rocambolescas, pero hace ya algún tiempo que no pongo ningún western.
Cuando se habla de “Duelo al sol”, normalmente se suele atribuir su factura a King Vidor, pero poca gente sabe que esto es una trola de proporciones considerables, puesto que King Vidor, fue sólo uno más de la alta terna de directores que pasaron por el proyecto. Detrás de todo esto estaba la alargada sombra de David O. Selznick, de la que ya adelanté en anteriores entradas. Este magnate de la industria hollywoodiense, era una persona de fuertes convicciones, y esto le llevaba a actuar de forma tiránica en las producciones, aunque no siempre supusiese la opción más acertada. Hay un caso bastante gráfico, lo ampliaré cuando hable de “Lo que el viento se llevó”, pero puedo adelantar que O. Selznick, en su afán por la perfección empleó tres años solamente para encontrar la pareja de protagonistas ideales. Tres años para conseguir a una terna que por lo demás eran estrellas de la época, esceptuando a la joven Vivian Leigh. Bien, el caso es que las exigencias del productor incentivaron que William Dieterle abandonase el barco nada más subirse a él. Además de él pasaron más personas, casi siempre del círculo cerrado de O. Selznick, directores artísticos de proyectos anteriores, marionetas que el productor podía manejar a su antojo. Luego llegó King Vidor, un director de peso, que podría dar un giro al proyecto, o al menos una dirección fija. Pero las contínuas intromisiones del devandito productor y la insufrible actríz protagonista (Jennifer jones, novia del productor. Hay películas que se hacen por amor al arte y otras por amor a su novia. O. Selznick quería el lucimiento de Jennifer Jones) hicieron que el proyecto llevase otros derroteros con otros sendos directores. Menos mal que Jennifer demostró su talento en la cinta y posteriormente.


Es verdad que la fima de la película la lleva King Vidor, pero yo la califico como película de productor. Como Vidor no se conformó con ser una simple marioneta, O. Selznick se conformó con que la película llevara varias facturas. Eso se nota en ciertas partes del fime, donde los actores no acaban de convencer. Lógico, yo tambíen tendría la mente en otro sitio y no sabría muy bien que hacer cuando cada día que empieza el rodaje me encuntro con un director distinto que quiere una cosa distinta, y además, el director que graba la escena no es el director con quien la habías preparado.
Sin embargo y gracias a Dios, era un gran reparto lleno de estrellas, unas consagradas como Lionel Barrymore, que el pobre ya se había quedado en silla de ruedas también en la realidad, Lilian Gish, diva del cine mudo y fetiche de David wark Griffith, anterior magnate y precursor de la técnica en el cine mudo. Joseph Cotten, que ya se había hecho un nombre trabajando con Orson Welles en Ciudadano Kane y el cuarto mandamiento. También había estrellas emergentes de la talla de Gregory Peck, y la nombrada Jennifer Jones, pero en este último caso, su brillo ha sido efímero.


Las faltas de esta película pivotan alrrededor de los cambios bruscos de ánimo de los protagonistas, y de situaciones que en determinado contexto no tienen una réplica emocional adecuada, fruto del devenir del proyecto. Pero hay más, esta forma barroca de comportamiento, este tormento que sufren los protagonistas ya estaba implícito en el guión original, y se usó por usar una fotografía recargada, con colores muy dominantes que hagan aflorar los sentimientos más recargados. El problema viene cuando a los sucesivos directores no tienen la oportunidad de cambiar el negativo con el que se rueda la película, con lo que siguieron más o menos la misma línea hecha pro “O.Selznick”.
Para dar una idea más apropiada de David O. Selznick, basta con decir que este era un proyecto anterior que tení la RKO, sólo les faltaba una actríz de rasgos hispanos para acometer el papel de Perla, así que la RKO, le pidió al productor a Jennifer Jones. O Selznick leyó el guión y se hizo con los derechos de la película para manejarla a su antojo. El hecho de que un productor solamente le disputara un proyecto con una productora entera, o se lo comprara, me da igual, solo por complacer a su novia, os da una idea de la influencia que ejercía este hombre en la industria.


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