jueves, 30 de abril de 2009


CINEMA PARADISO


Es una obra que destila sentimientos a raudales, quizás el más fuerte de los que se representa en ella sea la nostalgia. La nostalgia de una vida que se escapa entre los dedos, la nostalgia de las oportunidades perdidas, la nostalgia de recordar todos los momentos significantes y bellos en nuestra vida. Es impresionante la fuerza narrativa con la que Giuseppe Tornatore desgrana todos esos estados de ánimo. Consiguen todos ellos traspasar la pantalla.

La película nos habla de una relación paterno-filial donde uno aprende mutua y recíprocamente enseñanzas del otro. Alfredo el viejo proyector de cine, vuelve a mirar la vida con los ojos y la esperanza rejuvenecidos. El culpable, tan sólo fue el simple apego que tomó con Totó, un niño repelente que lo acusaba todo el santo día por que se prendó del séptimo arte. Totó aprenderá cosas de la vida por medio de Alfredo, incluso que la vida real no es como el cine. Hasta aquel entonces, Totó, tenía la dulce inocencia de pensar que el cine era la panacea universal.

Considero que esta película es algo así como la autobiografía no escrita del cine. Porque hace analogías con las vidas de sus personajes y el propio cine o mejor dicho, con la historia del cine. Repasa cintas y épocas como la diligencia, pasa por cintas de los cincuenta y sesenta, el neorrealismo italiano, la nouvelle vague francesa, expresionismo alemán …Hasta bien entrados los noventa, intuyéndolos, ya que la película es de 1989. Así como va trasformándose la personalidad de Totó, tambíen se va transformando la idea de hacer y concebir el cine.






Tiene imágenes verdaderamente devastadoras, en especial, la quema del cine, la secuencia donde se reencuentra Totó con la gente del pueblo de toda la vida, la escena en la que está solo en medio de las ruinas del cine, y la última que no la voy a desvelar pero que es una escena de las más emotivas de la historia del cine, si no la más, al menos que yo viese, quizás comparable a Casablanca, pero a muy pocas más y contadas con los dedos de una mano.

Los actores, están soberbios, magníficos, excelsos. Para mí todo el reparto es ideal. Desde Philippe Noiret, que lo borda, le otorga una humanidad al personaje de Alfredo que lo convierte en especial. Te atrapa desde el primer momento y semeja el abuelo que todo hijo de vecino quiso tener alguna vez. La pena es que va a hacer dos años que se nos fue. Y digo desde Philippe Noiret, pero hasta el que reparte los bocadillos en esa película da una clase de interpretación, es algo sin parangón.




De la banda sonora mejor no decir nada, así os sorprendéis. Y para los que la hallan visto, saben que es inútil que yo diga algo, porque sería profanar ese monumento a la música que alzó Ennio Morricone con motivo de esta cinta.

Tan sólo merece la pena verla con decir que es ganadora del Oscar a la mejor película extranjera. 1989; Cannes: Premio Especial del Jurado; Globo de Oro: mejor película extranjera.
Y para todos aquellos que penséis que ciertos premios no se correlacionan con la justicia que se merecen, tranquilos, llevan mi sello de certificación de calidad.




miércoles, 29 de abril de 2009

MASH

Mobile Army Surgical Hospital son las iniciales de unas unidades del ejército que motivaron el título del film, lo digo porque es una pregunta recurrente de la gente que ha visionado la película y no sabía de donde venían las iniciales.
La película relata las vicisitudes de estas unidades en la guerra de Corea, por otra parte desmesuradamente cómicas.
Como viene siendo costumbre, estoy haciendo entradas de películas antibélicas y… esta es una de las más grandes. El descaro con el que cincela Robert Altman, a estos personajes, más descarados si cabe porque corría el año 1970. Digo yo que en esa época había que hecharle bemoles para elaborar ese insulto a los Estados Unidos de América. Este ejercicio de provocación será escrito en los anales de la historia del cine.
En realidad narraba la historia de la guerra de Vietnam, pero ya se sabe que en este frágil juego de las insinuaciones, Altman ha debido poner en relevancia en la película, que se iba a luchar a Corea.


Cuentan las malas lenguas que el LSD hizo estragos en el rodaje, y que fue uno de los más divertidos que se recuerdan. Hay una escena que debía representar una actriz que se queda en medio del campamento en bolas ya que le tiran la carpa de las duchas. Altman, para que quedara todo de la forma más natural, sin que la actriz se tirase al suelo antes de tiempo, junto con otro compañero entraron en la ducha y se bajaron los pantalones dejando al aire el alcalde y los concejales. Cuando la carpa se levantó, pareció lo más natural del mundo esa mueca de asombro que tenía la actriz, no era para menos.

En fin, es una película muy gamberra y transgresora para su época. Es un filme que odias o amas, no tiene término medio.



El suicidio es indoloro...

lunes, 6 de abril de 2009

TESTIGO DE CARGO

Bien es cierto, que lo que hace grande a esta película son sus giros de guión, adaptados de la pieza teatral que obtuvo en el teatro londinense un gran éxito de público y crítica, estaba firmada por Agahta Christie.

Una rica viuda aparece muerta. Leonard Vole - Power -, su pretendiente, un hombre casado, es acusado del crimen. La única esperanza de absolución para Vole es el testimonio de su esposa - Dietrich -... Pero su sólida cuartada salta en mil pedazos cuando ella sube al estrado y comienza a revelar secretos impactantes...


Esta película forma parte de ese selecto club de ancianas que nunca envejecerán más de la cuenta puesto que es una historia bien contada, y eso siempre perdurará a través del tiempo.


Billy Wilder es de esos genios que suelen quitarse conejos de la chistera, y aunque parezca que algunas de las situaciones de la película parezcan forzadas, el las envuelve de ese humor corrosivo, casi siempre de género negro, que hace resaltar a personajes tan entrañables como los que interpretan Elsa Lanchester y el grandísomo Charles Laughton que encarna la figura del cascarrabias, pertinaz e implacable abogado defensor de Leonard Vole.

La trama se va entretegiendo ante el personaje del abogado defensor, el acusado y la mísera mujer de este que no cejará en su empeño hasta destruirle. Al menos, esta es la premisa inicial, pero nunca os fieis, Wilder es un mentiroso de reputación probada.


- Si no fuera mujer, la azotaría -