lunes, 19 de octubre de 2009

NOUVELLE VAGUE, 50 AÑOS REINVENTÁNDOSE

En este presente año, 2009, se cumple la honomástica cincuenta de  la “Nouvelle vague” (La nueva ola), término con el que acuñó en su día François Giroud a una nueva generación de cineastas franceses, que no creían en las formas tradicionales y obsoletas que para ellos dominaban el cine en su tiempo, que no creían en que el valor artístico que envuelve el cine se pueda prostituir con dinero, que creían en experimentar con la cámara, creían poder confundir la ficción en muchas ocasiones con momentos ocasionales de vida real, etcétera.
Nacía una nueva generación de cineastas comprometidos con el arte. En la duodécima edición del festival de cine de Cannes. Se presentaban dos películas claves y que posteriormente significarían el ariete, dos símbolos que lideraban el movimiento. Se trataba de “Los cuatrocientos golpes” de François Truffaut, y “Hiroshima, mon amour” de Alain Resnais.
La nouvelle Vague es el movimiento artístico más duradero el la historia del cine, subsiste hasta nuestros días. Se puede decir que ha pasado como legado, aunque en el camino se haya producido alguna dicotomía entre la generación del propio movimiento y la generación que debía de tomar como referencia forzada los postulados de sus anteriores. Algunos querían renegar para reinventarse más, precisamente este es el mayor postulado de la nouvelle vague, con lo cual, aunque existía esa dicotomía teórica, en la práctica el movimiento ha resistido frente a viento y marea.
Otros movimientos europeos, no prosperaron en el tiempo, comenzaron como soluciones revolucionarias que con el paso del tiempo debían de ser asumidas y superadas. Ya no quedan ni los vestigios del neorrealismo italiano, de los Visconti, Sica y Rosellini. Sí, fue un periodo importante el que abarcó el neorrealismo pero al final, su fuego se ha estinguido.
Es que los octogenarios rockeros de la nueva ola, siguen en activo. Alain Resnais, Ha presentado en la edición de 2009 en Cannes a “Les Herbes folles”, que demuestra que Resnais sigue interesado en la vanguardia fílmica como en “Hiroshima, mon amour” hace ya  de eso cincuenta años.
La fuerza de los octognarios miembros del movimiento radica en no sólo lograr permanecer en estos cincuenta años, si no en ser fieles a sí mismos, a sus convicciones y a su forma de hacer cine que les impulsa a innovar y reinventarse cada día.

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